miércoles, 2 de enero de 2013

Odonata II





La libélula es un bicho que me gusta.
Hace unos años, en la playa, recogí una que estaba toda mojada. La pobre se aferró con las patitas a mi mano. Como soplaba el viento la puse a secar y se aferró mas fuerte.  Cuando las alas se recuperaron de la mojadura, empezó a extenderlas y a aletear un poco. Movía la cabecita para todos lados buscando acicalarse (coqueta ella).  Cuando estuvo completamente seca, miró un poco hacia todos lados y de golpe emprendió el vuelo nuevamente.
Fue interesante verla actuar.
 

Eso sí, nunca me vino a visitar. Es que los humanos le dábamos un poco de temor y no podría culparla.