viernes, 9 de mayo de 2014

Lo cool y la verdadera militancia


Juan Carr: –De ahí nos quedó una relación Estado-sociedad que todavía es complicada. A mí me cuesta mucho compaginar, cohesionar y reunir a la comunidad con el Estado. No es fácil que se encuentren. El proceso es lento. Por suerte vamos saliendo de la beneficencia y la solidaridad es cada vez más horizontal, no es una limosna circunstancial. Hay un mirarse a los ojos, y así tiene más fuerza de transformación. El tema es que el producto final de la solidaridad es la justicia, pero la solidaridad sólo ocupa un espacio circunstancial. Y la justicia sólo la puede dar el Estado. Hoy hay un discurso, sobre todo en los jóvenes, que dice que ser solidario es cool, pero que no se le ocurre profundizar e ir a la política. Es una deficiencia del momento. Salvo excepciones –La Cámpora, la juventud socialista, la juventud de Sergio Massa, la juventud del PRO, la juventud radical–, en general la participación es corta. Mi terror es que la solidaridad cool es bárbara, pero si sólo es cool no cambia ni transforma nada. Se necesita participación política. Para una generación como la nuestra, participar en política era un orgullo. Deberíamos volver sobre eso, sobre todo, los sectores medios y medio-altos, que son los que tienen que dar los nuevos dirigentes. Yo admiro a los que hacen política, pero también sé que no es para mí. Y si digo tres veces la palabra política, siendo gordito, rubio y solidario, están viendo a qué lista voy. Bueno, Vasco, vos estabas en tu medio y eras exitoso. Tenías una vocación como empresario y te fuiste a hacer política. En el mundo de la solidaridad esto no pasó todavía.


  • Fragmento del reportaje "Entre el capitalismo, la filantropía y el hombre" de Lucía Alvarez en InfoNews

jueves, 1 de mayo de 2014

La buena onda





A veces uno entiende el amor como una expansión del yo, pero es muy interesante seguir la línea de una autora que se llama Simone Weil, que básicamente dice que en el amor siempre se pierde, nunca se gana. Por eso el amor no tiene nada que ver con la felicidad, el amor duele. Hay una lectura del amor y la felicidad muy ligada a nuestra sociedad de consumo, hay toda una redención del optimismo que es nefasta. Tenés que amar, tenés que estar feliz. Hay una invocación permanente a la buena onda: Olvidáte, poné huevos y sonreíle a la vida. Es una forma facilista de no hacerse cargo de lo conflictiva que es la existencia. El ser humano nace para morir, y ahí estamos en un conflicto desde el vamos. 

Darío Sztajnszrajber


  • Fragmento del reportaje publicado aquí