martes, 18 de septiembre de 2007

Miau


Mish, Muli, Botita... no sé cuántos nombre distintos le pusimos a este gato sin nombre, pero fue sin duda mi gato preferido. Venía a mi cama a echarme para poder dormir al sol, luego de una noche de parranda por los techos vecinos. Jugábamos a pelear y si se le iba la mano con los mordiscos y los arañazos y yo me quejaba, enseguida me pasaba la lengüita como pidiendo disculpas.
Ayer, leyendo un reportaje a Murakami en el ADN de La Nación, me encontré con esta definición de los gatos que me pareció genial y que se ajusta además a nuestro querido colorado:
Periodista: ¿Por qué hay tantos gatos en su ficción?
Haruki Murakami: Supongo que porque soy un amante de los gatos, los perros no me interesan nada. Desde chico fue así, yo era muy solitario pero en casa había gatos que me acompañaban. Siempre fueron buenos amigos para mí y yo no los considero mis mascotas sino mis pares, incluso muchas veces mis superiores. Suelen decirme a su manera que son mejores que yo, pero a mí eso no me importa, más bien tiendo a estar de acuerdo con ellos.

2 comentarios:

Loli dijo...

Me encanta esa foto! Y estoy de acuerdo con Murakami que no los considera mascotas sino pares e incluso nuestros superiores. Yo adoro a mi gata y ella condesciende a corresponderme con gestos deferentes, gracias que me otorga si est� de humor.

Veroka dijo...

Que gato divino!Era tan buenazo...Me acuerdo el día en que fui a buscarlo, era una casa viejísima en donde vivía un señor viejísimo y maltratado por la vida. La casa estaba repleta de gatos , no sabia cual elegir...y Botita me gustó. Lindo recuerdo...
¡Que vivan los gatos!