martes, 18 de diciembre de 2007

Obediencia de vida


Barbara Mock


Mientras leía este párrafo de la entrevista Martín Kohan en ADN me acordaba de la escena de la película Los Chicos de la Guerra que más escalofríos me dió. En la escena el preceptor entraba al aula y "ordenaba" la clase haciéndole poner la vincha a una alumna, haciendo callar a los alumnos, obligándolos a sentarse bien y guardar "compostura". Me impactó por esto de pensar qué acostubrados estábamos en esa era de terror a obedecer o aguantar cualquier tipo de atropello o mal trato que viniera de parte de alguna autoridad, por pequeño que fuera su puesto. Cómo teníamos eso tan incorporado que casi ni nos lo cuestionábamos.
Dice Kohan hablando de su última novela, Ciencias Morales:

-Pedro B. Rey: Juvenilia es un punto de referencia ineludible. Sin embargo, no hay reescritura en tu novela: la picaresca de los alumnos puede intuirse, pero no está explotada narrativamente.

-Martín Kohan: Busqué por mucho tiempo una construcción que tuviese que ver con ese mundo picaresco, pero nunca me resultó estimulante. Pensar en Juvenilia me habría llevado al intertexto, a la parodia, que es mi inclinación natural. Por eso me decidí por el lado de los preceptores, de las autoridades, de la disciplina. Ese es lado sombrío de la novela. Quería retratar a esa gente que nos metía un miedo feroz y, al mismo tiempo, eran patéticos. El encuentro entre la celadora y el jefe de preceptores en un café, por ejemplo, es penoso. Tal vez sea una forma de venganza. Pero también me inquieta la naturalización tremenda, la docilidad de uno como alumno, que a uno todo aquello le pareciera bien, razonable, normal. Esa normalidad me parece estremecedora.

6 comentarios:

Veroka dijo...

Bien, acuerdo con vos. El tema seria como enseñar a los chicos a que no se dejen atropellar, cuando desde chiquitos estan inmersos en este sistema de mierda que les aplasta las neuronas? Como enseñarles a defenderse sin que se coman un parte ( en la secundaria)una "mala nota" en la primaria?
help!

Loli dijo...

Creo que cada chico es un mundo y la tarea no es sencilla. Porque mal que le pese a uno hay que dar una clase, enseñar un tema y lograr que los chicos aprendan. Por mi parte no suelo relacionarme con mis alumnos desde el miedo aunque pago caro ese precio. Al final parecerìa que no hay soluciòn ni tèrmino medio posible.

Marxe dijo...

Bueno, no se che. Yo hablaba de una época en particular, y más de las autoridades que de los maestros. Pero supongo que muchas cosas seguirán igual. Lei esa nota y me acordé de mi secundario. Ojalá se viva ahora d eotra manera.

Veroka dijo...

Si, si, entendi. Si, tal vez algunas cosas seguirán igual pero no sé si tanto como en el Instituto Soc. Mil.

Zebra dijo...

La relación del docente con el alumno es donde más se pueden constatar el juego de poder. El alumno obedece y no le queda otra. aunque los tiempos han cambiado tanto que ahora, si los chicos se sienten "presionados o poco contenidos" por el docente llaman a sus padres y los padres hacen recagar a educador que se les cruce, aunque un que otro director de la institución. Un horror. Ni la vara para pegarle a lus zurdos ni el padre matón. Habrí que encontrar un punto medio. Lástima que a la educación se la tiene muy relegada.

Marxe dijo...

Veroka: si, ya sé que entendiste changa.

Zebrita: al alumno no le queda otra cuando todo el sistema escolar es opresivo, a eso me refería, a una cuestión de ambiente general donde uno ya casi ni se cuestiona las cosas. Cuando el sistema educativo entienda que un niño/adolescente/joven no es un perrito al que saca a pasear con correa y bozal quizás entonces las cosas cambien. Por supuesto es una generalización. Yo tuve también celadoras piolas con las que se podía interactuar como un ser humano.

Loli: ¿Le pesa a uno dar clase? el enfoque igual iba para otro lado. No busco analizar la tarea docente sino recordar un momento.

Besos a las tres.