Quiero una casa así en la costa, donde llevar mis libros, mi música y mi alma. Pasarme el día buscando delfines, gaviotas y huesos petrificados. Haciendo asados y fogones que se apaguen con el viento. Puliendo los pies en la arena y nadando en el agua salada. Con un jardín de cactus en el fondo que explote de flores amarillas. Y tirarle miguitas a los churrinches.
La autora cuestiona los diagnósticos psicológicos o psiquiátricos por los que muchos chicos podrían ser “rotulados” con “sellos invalidantes”, e indaga, en las determinaciones de la sociedad y en las angustias de los profesionales, las causas de esta “violencia sobre los niños”.
Lo que prima es la idea de exclusión social y de un futuro incierto. Frente a esto, suele aparecer la necesidad de resolver todo rápidamente, sin dar lugar a la duda. Ese niño debe acomodarse, ya, a lo que se espera de él, de modo que todos recuperemos la tranquilidad perdida.
El festival de Woodstock estaba en su esplendor. Más de 400.000 se acercaron al campo en Bethel, New York, entre el 15 y el 17 de agosto de 1969. Entre ellos, Nick y Bobbi, una parejita de alrededor de 20 años que vivían cerca de la zona, dejaron su camioneta y caminaron hasta encontrar un lugar desde donde ver las funciones. Un joven fotógrafo andaba por el lugar más interesado en capturar imágenes de la gente y sus actividades que en la música en sí. Su nombre era Burk Uzzle y se encontró de golpe frente a una pareja abrazada, envuelta en una manta, y mirando de pie el panorama que ofrecía el evento.
Burke Uzzle retratado por Joseph Scherschel.
No dudó en disparar sin saber que esa foto, una de entre las tantas que sacó en el festival, se convertiría en la tapa del disco oficial de Woodstock.
Hoy se cumplen 40 años de aquel evento. Nick y Bobbi Ercoline se casaron y siguen juntos, y esa foto los ha hecho conocidos en todo el mundo.
Siempre odié la colonia de vacaciones del club Ferrocarril Oeste por varias razones. En primer lugar, iba a la escuela primaria en jornada completa (entraba a las 8 y salía a las 16:20 hs) de modo que cuando llegaban las vacaciones lo último que quería era meterme en algo similar.
Por otro lado, no soy un loco del deporte y mucho menos del ejercicio físico sin diversión, y en mi casa natal teníamos de todo, incluso una pileta de material. Y como broche de oro, en esa colonia te la pasabas de acá para allá bajo el sol haciendo poco y nada.
Pero uno de los primeros años de concurrencia me dio algo inesperado. Conocí un ser alado, de esos que me cuestan tanto encontrar. Uno de esos amigos con los que te entendés con sólo una mirada, con los que compartís la frecuencia de vibración. Ambos teníamos, además, la voz afónica, con lo cual formábamos un club aparte.
Tendríamos unos 7 u 8 años. En esa época era común que los chicos se llamaran sólo por el apellido y por esa razón, supongo, sólo conservé el suyo, y no su nombre. Pero me quedó grabado en la memoria durante todos estos años porque pocas veces volví a tener amigos como él.
"Para nosotros los psicoanalistas, y desde el creador del psicoanálisis Sigmund Freud –que escribió un trabajo clásico llamado “Inhibición, síntoma y angustia”–, hay una angustia que es “señal”: una señal que se aloja en lo que llamamos el yo, pero que se dirige a la dimensión del sujeto. La angustia es una señal en el cuerpo que le dice al sujeto que hay algo a resolver. ¿A resolver dónde? No en el cuerpo sino en su existencia. Si leemos así este afecto, pasa de ser un trastorno a convertirse en el indicador de una oportunidad."
...
"La paradoja, en estos tiempos en que se nos quiere convencer de que el genoma es el que define el destino de nuestro espíritu, una nueva ciencia, llamada epigenética, ha venido a descubrir que el genoma, por sí mismo, no actúa, que el genoma actúa en relación con el medio ambiente, en la relación que el sujeto mantiene con su medio, y que, en ésta, el lenguaje es inexorable, que está allí, interponiéndose; descubre que hay genomas que se encienden o se apagan según la relación con el medio. Así, viene a decirnos que el movimiento es exactamente el inverso: que la eficacia del genoma como la eficacia de todo lo que constituye nuestro cuerpo dependen esencialmente de las relaciones que el ser humano mantiene consigo y con los otros."
Hace tanto tiempo que estoy esperando que se cumplan las promesas de este amor que ya no respiro si no es a tu lado que ya no me reconozco entre tanta soledad
dame amor dame un sol dame un sueño sin dolor para amarte, para alcanzarte dame amor dame un sol dame un sueño sin dolor para amarte, para encontrarte de una vez
Hace tanto tiempo que llegó el invierno que los duendes no me llaman no me vienen a buscar hace tantas noches vivo en el hastío en un mundo de recuerdos que no me deja escapar
dame amor dame un sol dame un sueño sin dolor para amarte, para alcanzarte dame amor dame un sol dame un sueño sin dolor para amarte, para encontrarte
si preguntas por mi si te decides por mi ya no quiero estar esperando dame amor dame un sol dame un sueño sin dolor para amarte, para alcanzarte dame amor dame un sol dame un sueño sin dolor para amarte, para encontrarte de una vez.