Carl Weight - El Silencio
En un texto inédito hasta estos días, la recordada psicoanalista Silvia Bleichmar dio cuenta de la supervisión del trabajo con un grupo de niños, en un albergue para refugiados del terremoto que devastó la Ciudad de México en 1985: entonces, “el derrumbe real de los edificios activó fantasmas muy primitivos”.
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La lucha del sujeto psíquico por constituirse en su diferencia con el otro, el cercamiento de un yo que abre las vías de un no-yo, implica la represión de los tiempos primordiales en los cuales la fusión imaginaria al semejante materno propició la creencia en la omnipotencia absoluta de ambos términos de la díada. El diferenciarse de la madre constituye entonces una tarea titánica, cuyos remanentes producen siempre el deseo-temor de un retorno a esa fusión originaria a la cual se ha tenido que renunciar. De ahí la facilidad que asombra a Canetti –que parte del sujeto constituido, sujeto de la represión– con que esta supuesta individualidad queda fracturada en el interior de la masa, en la cual se activa el intento siempre posible, siempre anhelado, de recuperación de un tiempo de los orígenes en los cuales el sentimiento de seguridad absoluto, la omnipotencia, libren al sujeto de todo riesgo.
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