martes, 4 de octubre de 2011

Dominguito

 Dominguito Sarmiento

Lo que arruina a un niño no es la represión como agente exterior o la vigilancia sino, como a Dominguito, ¡un Padre-Maestro-Panóptico! Y Dominguito –estudiante irregular y calavera– tuvo que saltar de la pluma a la espada y de allí a la muerte.

¿Morir en la guerra puede asimilarse a un suicidio? Sin duda que no, pero ¿todos los combatientes suelen mandar cartas como ésta?: “Resolví entonces hacer algunos apuntes personales y dejar correr a esta cartera su suerte, en el bolsillo izquierdo de mi blusa”. “Mas si lo que tengo por presentimientos son ilusiones destinadas a desvanecerse ante la metralla de Curupaití o de Humaitá, no sientas mi pérdida hasta el punto de sucumbir bajo la pesadumbre del dolor. Morir por su Patria es vivir, es dar a nuestro nombre un brillo que nada borrará”, le escribe Dominguito a su padre desde el frente: su Patria, nuestro nombre, ¿hace falta el subrayado?

María Moreno
En diminutivo

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