viernes, 16 de mayo de 2008

Llame ya

Alberto Klix - María Dólar y Nosotros
Quizá porque nací a mediados del pasado siglo (que ya fue bastante veloz y revolucionario), a veces me pregunto cómo soportamos esta vida tan fugitiva, de aparente aceleración continua y creciente a la que no se vislumbra límite. Puede que las generaciones más jóvenes hayan nacido ya semiacostumbradas, y que ni siquiera su tiempo de infancia -el que transcurre más lento- haya sido pausado ni haya tenido un "presente" razonablemente duradero y sosegado.
Javier Marías - El vértigo de las novedades - ADN La Nación


Suelo pasar por las librerías con frecuencia para ver las novedades, los libros nuevos que han ido saliendo. No siempre voy especialmente cuando paseo, pero si paso cerca de alguna seguro me meto un rato a curiosear. A veces me sirve para "fichar" algún libro atractivo para tener en cuenta en una compra futura, o para hacer algún regalo en algún compromiso próximo. Pero desde hace unos cuantos meses observo que ya no puedo ser tan lento en mis compras. Me ha pasado de volver a la semana siguiente y que ya no quede ningún ejemplar de aquel libro que había anotado. Ni en esa sucursal ni en ninguna otra. Tampoco los vendedores se preocupan en conseguírmelos como antes; total saben que alguna otra cosa aparecerá mañana para distraer al consumidor (porque ahora no somos más que eso).
Todo ha tomado un ritmo frenético en el cual gana el anticipador, el que pega primero el manotazo. Porque además se publica tanto que los libros tienen que ser reemplazados constantemente por otros que esperan su turno y, salvo los tanques de venta masiva asegurada por el marketing, ya no hay catálogo ni reservas. Sólo se exhiben unos pocos ejemplares de cada libro y una vez liquidada, listo Calixto. Que pase el que sigue. No son tiempos de meditar las compras: es ahora o nunca. Compre ya, llame ya, no importa qué.
Y esto que pasa con los libros es extensible a todo objeto de consumo. Usted no pida, compre.
Como sigue diciendo Javier Marías en el artículo que abre esta entrada:

Da la impresión de que a mucha gente le aterra asomarse a lo que no es rabiosamente novedoso, como si temieran "vivir a destiempo". Ocurre con todo: con las noticias, los acontecimientos, las películas, la música, los libros y los negocios. Como dije en un artículo que cuenta ya varios años, flotamos por una época en la que, paradójicamente, solo parece ser presente lo que no lo es todavía sino que se anuncia como inminente, y en cambio lo verdaderamente presente, por el mero hecho de existir o haber llegado, se convierte en pasado al instante.

Lo que no entiendo es para que hay tanta difusión en los medios: reportaje a los escritores, crítica literaria, programas de tv. Cuando llegás a la librería ya se agotó.
La verdad, las reglas de juego de nuestras sociedades globalizadas y bobalizadas cada vez me gustan menos. Tanto consumo va a terminar consumiéndonos. Elegir está prohibido.

3 comentarios:

Veroka dijo...

Aterradoramente cierto, y a veces es difícil no caer en la tentación...pero hay que parar un poco la bola. Las preguntas son: hay tantas cosas para disfrutar que son interesantes,tiene sentido perderselas? sería posible la búsqueda del eterno equilibrio? Hay tiempo para gozar de todo lo que nos "ofrece" el mercado? hay tiempo para procesarlo y no solo tragarlo desesperadamente?

Marxe dijo...

Siempre hay tiempo para gozar de las pequeñas cosas de la vida.
Esas que muchas veces pasan tímidamente al lado nuestro y estamos muy aturdidos corriendo detrás de las novedades como para verlas.

Veroka dijo...

Cierto, no hay que perderselas...