viernes, 6 de mayo de 2011

Emilio Salgari

 Emilio Salgari

Emilio Salgari me acompañó en los primeros pasos en la lectura en mi infancia, a través de la maravillosa colección Robin Hood. Me transportó a mundos desconocidos, islas remotas, barcos piratas, tesoros ocultos. Me enseñó palabras raras como abordaje, chalupa, brulote o bucanero. Me enseñó nombre raros como Sandokán, Mompracem, Tortuga o Panamá. Hizo que me costara dejar un libro aún ante el insistente llamado materno a almorzar. 
Dicen los que saben que no escribía muy bien. Dicen que su vida no fue muy feliz y que decidió partir antes de tiempo.
Yo sólo puedo decir que nunca disfruté tan apasionadamente de la lectura como en esos tiempos de conocer al Corsario Negro, su hija y la Reina de los Caribes.


 
"Es que Salgari, pues de ese fabulador se trataba, tuvo un destino privilegiado en la Argentina, una popularidad excepcional. Fue el escritor de aventuras por excelencia, el ejemplo emblemático de un tipo de literatura inconfundible. Tal vez el fenómeno de resonancia se pueda hacer extensivo a la lengua –ediciones españolas de Calleja mediantes, con los dibujos de Penagos que le encantaban al viejo Breccia–, pero siempre con un anclaje especial en estos confines del idioma."


Fragmento de un hermoso artículo de Juan Sasturain en Página12.

Así lo vió Liniers:



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